TRASCENDIENDO LOS GUSTOS Y AVERSIONES DEL EGO

Una forma de ignorancia que aflige la conciencia de la mayoría de las personas es ser esclavo de los gustos y aversiones. ¿Nos damos cuenta de cuánto gobiernan nuestras vidas? Mucho de lo que hacemos está motivado, no por la comprensión de lo que está bien o mal, sino por sentimientos irracionales de atracción o repulsión dentro de nosotros. Un principio fundamental de la vida espiritual es aprender a superar estos gustos y aversiones del ego – identificado con el cuerpo, para permitir la expresión de la discriminación superior del alma.

Esto no significa una negación de la vida, o que uno deje de disfrutar de las cosas. Significa que dejan de estar atados a los hábitos creados por los gustos y aversiones, que perpetúan en ustedes la ilusión de ser un ser humano limitado y mortal.

«Debes recordar«, nos decía el Maestro, «que estás hecho a imagen y semejanza de Dios. ¿Pero es la imagen de Dios este pequeño cuerpo, mente y cinco sentidos, que son tan limitados y sólo son capaces de experimentar comparativamente tan poco? No. La imagen de Dios en nosotros es el alma. La mente y el cuerpo humanos son sólo instrumentos externos a través de los cuales el alma se expresa. Siempre estarás atado por la ignorancia y limitado por el cuerpo y los sentidos si permites que te dominen. Me gusta esto, y por lo tanto hago esto. No me gusta eso, por lo tanto no haré eso»

Les daré una simple ilustración de cómo el Maestro nos disciplinó. Hay un alimento en la India, un alimento muy saludable llamado calabaza amarga, karela. Al Maestro le gustaba mucho, después también descubrí que a la mayoría de los hindúes les gustaba mucho, y a menudo la servía en el ashram. Era difícil para mí que me gustara. Pero sabiendo que se supone que no debemos tener gustos ni aversiones, nunca se lo expresé al Maestro…

Un día, mientras comíamos con él en el comedor de la Ermita de las Encinitas, nos sirvió esta calabaza amarga. Ese día no me sentía bien. Tenía un fuerte dolor de estómago. Así que pensé, «Bien, esta es una buena excusa. Hoy no tengo que comerla. Simplemente le diré al Maestro que no estoy bien, y por lo tanto seré excusada» Así que cuando él empezó a servirme comida, la decliné. Le dije, «Tengo un dolor de estómago muy fuerte. Prefiero no comer esto«.

Él dijo: «Oh, ¿tienes dolor de estómago?»

Sí, Maestro

Él dijo, «No importa, ven aquí.» Así que me levanté de mi silla y me acerqué a él. Él tomó mis manos en las suyas y dijo: «Ahora mírame, mírame a los ojos. Respira hondo. Ahora exhala. El dolor de estómago se ha ido, ¿no?» Y así fue – instantáneamente.

«Sí, Gurú»

¡Dijo, “¡Ven aquí! ¡Vamos, come!»

¡Pero ese no fue el final de la lección de la calabaza amarga!

Algún tiempo después él la estaba sirviendo de nuevo, y supongo que me sentí muy audaz ese día. Empezó a servirme bastante cantidad, y yo le dije: «Maestro, écheme sólo un poco. No me gusta esa calabaza amarga»

 «¿Oh?» dijo «¿No te gusta?»

«No, Maestro»

Llamó a uno de los discípulos para que trajera un gran tazón. Entonces el Maestro tomó todo el recipiente de calabaza amarga y lo puso en ese tazón. Me lo entregó y me dijo: «Siéntate y come«. Tuve que sentarme y comerme todo el tazón de calabaza amarga.

Las lecciones que el Maestro nos dio eran simples y directas, y tuvieron un maravilloso efecto liberador sobre nosotros. Pronto aprendimos que cualquier cosa que nos dijera – incluso las orientaciones aparentemente casuales o la instrucción más rudimentaria – eran importantes.

Nos dimos cuenta que, en cada caso, en todas sus interacciones con nosotros, estaba trabajando para erradicar los brotes de la ignorancia, que a menudo están enterrados en lo más profundo de nuestra conciencia. No se ocupaba tanto de lo que decíamos, sino de nuestros pensamientos, del nivel de conciencia en el que estábamos. Paso a paso, nos guio en nuestro camino hacia la expansión divina y la libertad.

¡Nunca más le dije a Guruji que no me gustaba algo! Aprendí, como todos nosotros, a mantener las emociones y los sentimientos bajo control. El discernimiento de nuestra alma debe ser siempre el dueño de nuestros pensamientos, sentimientos y deseos. Ustedes pueden aprender esto comenzando con las «calabazas amargas» de su propia vida. Anímense a hacer pequeñas cosas que deberían realizar, pero que no les gusta hacer, y háganlas con la conciencia de que, «Al fin y al cabo esto no es tan malo. Esto es bueno para mí«. Comiencen con pequeñas cosas, y encontrarán como, poco a poco, sus almas se vuelven más libres.

 

Conciencia divina en la vida diaria

Fragmentos de un Satsanga ofrecido por Sri Minalini Mata en Auckland durante una visita a los centros de SRF en Australia y Nueva Zelanda en 1966.

SRF MAGAZINE – Primavera 2012

 

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