PONIENDO NUESTRAS VIDAS AL CUIDADO AMOROSO DEL GURÚ – HERMANO ANILANANDA

PONIENDO NUESTRAS VIDAS AL CUIDADO AMOROSO DEL GURÚ – HERMANO ANILANANDA

Buenas tardes. Cerremos los ojos…y sintamos la presencia de Dios…las bendiciones de Dios descendiendo sobre nosotros. Es así de simple. Así debería ser tu relación con Dios.

Cuando el Hermano llegó a este camino por primera vez, estaba tan emocionado por encontrar finalmente la Verdad y a un Gurú, que se lo contó a sus amigos y familia. No reaccionaron exactamente como él esperaba. Su madre tomó Hong-So y Aum, pero nunca tomó Kriya. Eso está bien, no esperen que todos sigan el camino de SRF.

Espero que les parezca bien que pasemos el resto de la tarde presumiendo acerca de nuestro Gurú. La relación Gurú-discípulo es muy diferente a simplemente tener formalidades. Hablaremos de la profundidad de la relación con el Gurú.

Para tener un buen matrimonio hay que tener un concepto de lo que es un buen matrimonio. Lo mismo es verdad en nuestra relación con Dios. Ponerlo en palabras es difícil.

Una relación es un flujo, un abrazo, que se convierte en la Unidad. Como cuando le das un nuevo gatito a tu hija por primera vez. El gatito se abandona, ama, confía, agradece, y fluye hacia la niña, y el amor de la niña fluye hacia el gatito. Es también como tener a un nuevo bebé en tus brazos, y lo que fluye entre el bebé y los padres.

Una vez yo estaba en Costco (un supermercado) … y al girar en una esquina de un pasillo  ví a un hombre arrodillado y sosteniendo a su hijo de tres años…No había movimiento, sólo un abrazo y el hombre estaba muy interiorizado. Muchas cosas estaban sucediendo. Así es nuestra relación con el Gurú. Es la relación más grande, la mayor expresión de amor y amistad, es amistad incondicional, está basada en la meta común de amar a Dios por encima de todo lo demás.

Gyanamata era uno de los grandes ejemplos de la relación Gurú-Discípulo: su relación con el Gurú se basaba en “God Alone” (Sólo Dios).

El Discípulo dirige su alma al Maestro y el Maestro dirige su corazón al Discípulo. No hay nada que se interponga entre ellos, es una relación sin mancha. El amor en su forma suprema. Esto es en lo que hay que profundizar.

En octubre de 1965 el Hermano entró en el ashram de postulantes y vio los problemas que siempre tenemos para mantener nuestra mente en Dios. Son esos problemas lo que nos alejan de nuestra relación con Dios y el Gurú. Hay dos aspectos en esta relación: Hay dos almas, una que ayuda y otra que necesita esa ayuda. Problemas siempre vamos a tener, pero mantén la mente en Dios. Nuestros problemas nos llevan a buscar ayuda, y debemos incluir a Dios en todos los problemas que tengamos, aunque sea incluso en cosas triviales como buscar aparcamiento.

Cada alma busca, y llega el momento en que dice ¡BASTA! Y grita pidiendo ayuda, sabiduría, conocimiento y amor para saber realmente la solución de todo. Este mundo no es suficiente…y entonces el Universo responde, y Dios te manda un Gurú. Tenemos que escoger a nuestro Gurú cuidadosamente, necesitamos saber que posee las cualidades que queremos.

  1. Yogananda entendía muy bien las pruebas de la vida, podía ser muy humano.

En el comentario que hace del Bhagavad Guita al verso 35, el Maestro entiende lo que es estar atrapado por los sentidos, cuando Arjuna prefiere morir a perder los sentidos. El comentario del Maestro: “Esto sucede cuando preferimos morir disfrutando de los sentidos que buscar la desconocida felicidad en la aridez del autocontrol…” Cuán humano es Guruji…Él peleaba con Dios cada día diciéndole en qué lío nos había metido ¡y porqué no se había metido Él mismo también! Dice que Dios en un cierto sentido no se ha portado bien con nosotros. No pedimos ser creados. Así que el Maestro sabe lo que es ser humano. Él también ha hecho el camino del ego a la realización. Y después ha vuelto para enseñarnos el camino. También es divino: sabe las respuestas a todo, Dios se lo revela. El Gurú es la divinidad que desciende a la carne, el que dispersa la oscuridad. Sabiendo esto, podemos tener una relación profunda con el Gurú, que es mejor que cualquier otra relación. Inclínate ante Él como la voz que habla del Dios silencioso.

Una pareja de la India tenía un hijo de dos años que los mantenía despiertos toda la noche. El marido exasperado fue a la estantería donde tenía todos los libros de SRF y cogió uno al azar. Era el Volumen II de La Segunda Venida de Cristo. Lo abrió al azar y leyó: “Comencé con un colegio residencial de 300 niños…Cuidé de ellos como padre y madre… nunca imaginé lo que los padres han de atravesar” ¡Guruji entendió por lo que estaban pasando estos padres!

¿Qué hace el Discípulo ante este Maestro, que lo conoce todo (sabe por lo que estás pasando, ve lo bueno en ti y te ayuda,) Hay un alma que conoce el camino, y otra que está necesitada En el Bhagavad Guita capítulo II-7, Arjuna dice: “Te imploro que me aconsejes cuál es el mejor camino que he de seguir. Yo soy Tu discípulo. Enséñame, yo tomo refugio en ti”. Más adelante Krishna sonríe. Cuando nos entregamos, estas lágrimas se convierten en lágrimas de gozo. Nos abrimos.

El Gurú dice “si cometes un error, corre hacia mi. Nada me sorprende. Es cuando más me necesitas”.

El Hermano conoció a un hombre que dejó el Kriya y se relacionó con gente que se dedicaba a las drogas. Después de un tiempo todos sus amigos estaban o muertos o en prisión, y él no tenía esperanzas de salir de ahí. Entonces recordó, “Tengo un Gurú, pase lo que pase”. Este pensamiento le ayudó y al final salió de aquello.

Daya Mata dijo “Háblale. Guruji es el único al que verdaderamente puedes acudir y abrir tu corazón…”. El Maestro sabía todo lo que estabas pensando. Daya Mata sabía que él podría ayudarla si sabía todos sus pensamientos y faltas, no quería esconder nada. “Quiero la libertad. Por eso vine a ti”. El Maestro no quería alabanzas ni veneración. Apartaba a Ma si ella le adulaba. Ella aprendió que Él no quería que ella le venerase a él, sino a DIOS.  Si hablamos así a Guruji, cambiaremos. Si el Gurú ve lo que eres, puede ayudarte. “Cámbiame”. Dejemos que nos limpie de lo negativo y que despierte en nosotros las cualidades del alma. Podemos visualizar la luz y las bendiciones que nos vienen de Dios y el Gurú. Después de las técnicas, podemos visualizar al Gurú en el entrecejo, preguntar lo que queramos y recibiremos guía en nuestro interior.

En una iniciación de Kriya en el templo de San Diego, el Hermano estaba preparándose para iniciar a nuevos Discípulos. Había fuertes voces que venían de los vecinos junto al templo. El Hermano no era consciente del ruido, pero era muy consciente del Maestro de pie junto a él frotando sus manos con entusiasmo diciendo ¡OH, AQUÍ ESTÁ ESTE DISCÍPULO! ¡AQUÍ ESTÁ ESE DISCÍPULO!

(El micrófono del Hermano falla cuando él iba a contar cómo una devota después de 27 años encontró a Dios. El Hermano comenta después de que el micrófono se arreglase… ¡No es interesante cómo Satán trata de entrar aquí un poquito!)

Continúa meditando y practicando las técnicas. Nunca sabemos cuándo Dios vendrá. Así que esta devota que llevaba 27 años no sentía en absoluto la presencia de Dios, pero siguió adelante, y entonces un día una inmensa presencia vino a ella y ella exclamó en voz alta “¡Sé quién eres!”. Era amor indescriptible. Ella más adelante comentó “¡Yo soy tú!” “Soy amor”. Era completamente natural, una respuesta “OH, POR SUPUESTO” (del alma), y sin embargo era milagroso (esta era la respuesta humana). Era un Prema Samadhi, un samadhi de amor. El Hermano Anandamoy decía que era como un río que bordeaba un precipicio, hasta que el río cae.

Necesitamos leer todos los días los escritos del Maestro. El Hermano Turiyananda solía decir que era como “fregar las neuronas”. Un hombre que quería suicidarse decidió que esto le traería mal karma, así que, para compensar un poco, comenzó a leer las Lecciones del Maestro para reducir ese mal karma. Finalmente, el hombre abandonó su plan de suicidarse. La limpieza de sus neuronas lo salvó.

En el Bhagavad Guita, Krishna dice: “A quienes meditan en Mí como su propio Ser, siempre unidos a Mí por una incesante veneración, Yo suplo sus deficiencias y hago permanen­tes sus ganancias”.

Gyanamata decía: “Pide la ayuda del Gurú una y otra vez”. Para todo, las pequeñas y las grandes cosas. Una pareja tenía una hija adolescente que no volvió a casa tras pasar la noche en casa de una amiga. Después de buscarla durante una semana, una mañana Babaji vino a ellos y les dijo “id a buscar a vuestra hija”. Subieron al coche y comenzaron a conducir hacia el oeste. Su teléfono sonó y era un hombre que dijo que había conseguido ese número del teléfono de su hija y que ella estaba en un concierto de rock muchas millas en la otra dirección. Dieron la vuelta y fueron hacia el concierto. Llamaron a la policía y comenzaron a buscarla entre miles de personas. Había varios conciertos allí, pero al entrar con la policía fueron a uno de al lado y a seis metros de ellos estaba su hija. El oficial de policía dijo “¿Han pensado en comprar un billete de lotería?”

Un devoto de Chicago que murió el mes pasado era una gran alma. El Hermano solía encontrarse con él y “sentarse a sus pies” para aprender de él. Había perdido su trabajo, su madre había muerto, tenía un infarto masivo del corazón, y por último y peor aún, había perdido su conciencia de la presencia de Dios. Llamó a la Sede Central para preguntar si Dios aún le amaba. Él siguió adelante sin embargo y finalmente salió de ello. Este hombre señalaba:

– Dios SIEMPRE está ahí (incluso en la oscuridad, o cuando no nos damos cuenta).

– Dios nos ama de todas formas, no importa lo que hayamos hecho, lo que suceda o sintamos o no Su amor.

– Nosotros deberíamos amar a Dios de todas formas.

“Esté o no en el cuerpo, yo descenderé de los cielos para hacer realizar el amor de mi Padre a quienes estén en sintonía conmigo” – Maestro.

Nosotros tenemos la necesidad y el Gurú es el dador. Abandónate y corre hacia Dios todo el tiempo.

El hermano ha leído este poema:

El toque de la mano del Maestro

Traducción:

Estropeado y marcado por el tiempo,

no despertó interés en el subastador,

mas él, disimulando y sonriendo,

tomó el viejo violín y a todos lo mostró.

«¡Qué me ofrecen, por este instrumento!

¡Quién va a ser el mejor postor?», preguntó.

«Un dólar, uno. ¿Alguno ofrece dos?

¡Dos dólares! ¡Ah, alguien tres ofreció!

¡Tres dólares, tres! Por tres el violín doy. . .»

Entonces, un anciano de cabello gris

se acercó lentamente, el arco levantó,

quitando el polvo al vetusto violín,

las cuerdas flojas, con cuidado ajustó,

y una melodía dulce dejó oír

que cual son de ángeles a todos pareció.

Al morir las notas, el subastador

con grave y mesurada voz preguntó:

«Ahora, ¡cuánto dan por este violín!»

Y en alto el instrumento levantó.

«Mil dólares allí. ¿Alguien me da dos mil?

¡Dos mil, dos mil! ¿Y quién me ofrece más?

¡Ah, tres mil! ¡Por tres mil el violín se va!»

Hubo ovaciones, pero alguien preguntó:

«Y, ¿cómo puede ser? Si no valía nada,

¿por qué de pronto su valor aumentó?»

Y al punto se oyó la respuesta muy clara:

«Es que la mano de un Maestro lo tocó».

Muchos hay que, con desafinada vida,

marcada y estropeada del pecado, al fin

a la malvada multitud se ofrecen

al más bajo precio, como el viejo violín,

por «Un plato de lentejas», una copa de vino

o un juego de necios, al mejor postor.

«¡Se vende! ¡Se vende! ¡Y ya está vendido!»

exclama contento el subastador.

Mas viene el Maestro, y los insensatos

«No lo entiendo», dicen, pues nadie captó

el valor de un alma y el cambio realizado

cuando la mano del Maestro la tocó.

 Myra Brooks Welch

 Gyanamata: “¿Qué palabras puedo decirle al Maestro? Bendíceme para que pueda realizar a Dios”.

 

Notas de una devota Convocación SRF 2011

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