FORJANDO LA CONCIENCIA DIVINA EN LOS FUEGOS DE LA EXISTENCIA DIARIA – HERMANO BHUMANANDA

Forjando la Conciencia Divina en los fuegos de la existencia diaria – Hermano Bhumananda

¡Esta noche estamos aquí una gran familia!

Verles me recuerda una ocasión en la que Hermano Nikhilananda y yo estábamos en Seattle dando un retiro. Salimos fuera a comprar unos chocolates como muestra de agradecimiento a algunos devotos. El hombre que vendía los chocolates dijo: “¿Sois hermanos?”. Nikhilananda (en su acento austriaco) dijo: “Soy de California”. Y yo dije: “Sí, somos hermanos”. El hombre contestó: “Lo sabía, lo sé por vuestros ojos”. Así que todos somos una hermosa y radiante familia.

Lahiri Mahasaya comenzó iniciando unos pocos discípulos, y mírennos ahora.

Las enseñanzas, la meditación, nos conectan a los Gurús. Así recibimos sus bendiciones… que cambian completamente nuestras vidas.

Así que el tema de hoy es: Forjando la Conciencia Divina en los fuegos de la existencia diaria.

Poco después de que Daya Mata entrara al ashram, llegó Gyanamata. Ella escribía notas a los discípulos más jóvenes. En una nota le indicó a Ma cuatro puntos:

1º No mires ni contemples nada que no sea tu meta, resplandeciendo siempre ante ti.

2º Nuestras diarias experiencias no tienen importancia, pero aquello en lo cual nos convirtamos a causa de ellas sí la tiene.

3º Cada día, acepta cuanto te ocurra, considerándolo como proveniente de Dios.

4º Por la noche devuélvelo todo a Dios.

1º No mires ni contemples nada que no sea tu meta, resplandeciendo siempre ante ti.

Maya siempre trata de llevarnos a su terreno, y debemos resistirnos a eso. Estudia las enseñanzas, medita. La meta es conocer a Dios, ése es el propósito de la vida.

Jesús dijo: “Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada”. (Juan 15:4-5)

Nosotros somos las ramas que son soportadas por la vid. A través de la Conciencia de Cristo, Dios nos habla.

Recuerden esta afirmación: “Soy un hijo de Dios, creado a Su Divina imagen” (de amor, luz, de gozo…). Hemos obstruido el canal a todo esto y por eso sufrimos. Somos como las pequeñas llamas que se alimentan de la llama más grande. Si se bloquea el paso de la llama grande, la llama pequeña no puede existir.

El poema Samadhi comienza: “Desvanecidos los velos de luz y sombra, esfumado todo vapor de tristeza, dispersado de las auroras de la vanagloria, disuelto el espejismo del sensorio miraje…Amor, odio, salud, enfermedad, vida, muerte, murieron, sombras falsas, en la pantalla dual. Olas de risa, abismo de sarcasmo, remolinos melancólicos, se mezclaron en el vasto mar de la felicidad. Acallada ha quedado la tormenta de Maya, por la varita mágica de la honda intuición. El Universo, sueño olvidado, subconscientemente acecha listo para invadir mi recién despierta memoria divina”. Ésta es la descripción de la limpieza del canal. Y más adelante: “Samadhi extiende mi reino consciente más allá de los límites de mi marco mortal al más lejano límite de la eternidad, donde yo, el Mar Cósmico, contemplo al pequeño ego flotando en mi”. Y al final: “La Eternidad y yo, un solo rayo unido. Yo, una pequeña burbuja de risa, me he convertido en el mismo Mar de la Alegría”.

Así que nosotros somos el océano de la Conciencia Cósmica, no las ramas aisladas. Mirad las burbujas que se forman en el mar después de que llega la ola, y pensad en el mayor éxito que hayáis tenido en vuestra vida. Ese éxito es la pequeña burbuja. El océano es el gozo que encontramos en Dios.

En el CD de la Revista en memoria de Daya Mata, ella cita al Maestro diciendo “Que Dios nazca en vuestro interior como Él ha nacido en mi”. Y no nos satisfaremos con nada menor que eso. Lo que más interesaba al Maestro era una persona con una amante determinación de experimentar a Dios. Debemos tener determinación y deseo de experimentar a Dios.

2º Nuestras diarias experiencias no tienen importancia, pero aquello en lo cual nos convirtamos a causa de ellas sí la tiene.   

Había un Gurú que arrojaba piedras a sus discípulos. La mayoría se alejaban de él, pero algunos recogían las piedras con reverencia por venir de su Maestro, que las había tocado, y se las llevaban a casa. Al llegar a casa, veían convertida esa piedra en una pepita de oro.

En los períodos de sufrimiento, a veces nos enfadamos, nos resistimos, etc. pero debemos luchar por la actitud correcta. Así se convierte en una pepita de oro, porque así crecemos, nos hacemos fuertes, y nos acercamos más a Dios.

Yo solía conducir para los ministros, y en un templo conocí a un hombre que era nuevo, muy intelectual. Pensé que no duraría mucho (en el sendero). Más adelante tuve que hablar con él, y me enteré de que estaba muy mal porque tenía SIDA. El hombre había transformado grandemente su actitud. Admitió que solía salir con amigos al bosque y que incluso criticaba a los árboles. Pero él cambió y tenía un espíritu de agradecimiento, y pasó sus últimos días amando y pensando en Dios.

El Maestro oraba: “Mantenme en una conciencia positiva. Con Tu ayuda, puedo superar las dificultades. no tengo miedo de los problemas”.

Una vez salí de camping a una zona donde había una gran tormenta. Encontramos a un grupo de acampados saliendo de allí y les preguntamos si debíamos continuar. El grupo dijo que aquello era horrible. Luego nos encontramos con otro grupo y les preguntamos lo mismo y el grupo dijo que era maravilloso, que había fuertes rayos y truenos, que estaban empapados y que nunca lo habían pasado tan bien. La diferencia está en la actitud. El Maestro dice: “Cambia tus pensamientos si quieres cambiar tus circunstancias”.

Una mujer con cáncer escribió a la Sede Central. Ella decía: “Mi amor por Dios es mi pasaporte. Algunas veces, cuando tengo dolor y no puedo meditar, digo afirmaciones, pongo mi mente en Dios…y acepto el dolor con la actitud correcta y ahora las afirmaciones destacan para mi como verdad… Sí, soy feliz”. Incluso en esas circunstancias, Dios responde si perseveramos, y sentimos sus bendiciones.

Haced esto en las pequeñas pruebas de cada día: en lugar de enfadarnos, vayamos a los pensamientos que elevan nuestra conciencia, una y otra vez, hasta que sea algo habitual y natural. Mantén el esfuerzo espiritual hasta el final. Elige una y otra vez el camino más elevado.

3º Cada día, acepta cuanto te ocurra, considerándolo como proveniente de Dios.

Cuanto más cercano estás a Dios, con más desapego haces las cosas. Dios se convierte en tu guía y le preguntas: ¿Qué debo hacer aquí, en esta circunstancia? Entonces las pruebas pierden poder sobre ti.

Bebe de ese amor de Dios. Dios está a cargo. Todo lo que debes hacer es amarle y sentir Su presencia. De ahí viene el solaz y el consuelo.

El Maestro dijo: “Cada minuto es un vínculo entre tú y Dios”.

Una vez tenía una reunión con Ma acerca de mis votos finales de Sannyas. Justo antes de ir a la reunión, me surgió una emergencia y llegué tarde diez minutos. Entré en la habitación, y en el umbral sentí una profunda quietud. Ma estaba en quietud y tenía su mirada en el ojo espiritual. Entonces ella se dio cuenta de que yo estaba en la habitación y me saludó. Ella no perdía un solo momento de su apretada agenda, en cuanto podía iba a su interior. Ma solía decirnos: “Sólo cerrad vuestros ojos y decid ‘todo lo que sé es que te amo’”.

Algunas veces nos frustramos, ¿qué hacer entonces? Medita cada día y estudia las enseñanzas, finalmente se convertirán en una parte permanente de tu conciencia. En situaciones de agitación, un pensamiento aflorará a la superficie y será un poste indicador resplandeciente. Daya Mata señaló especialmente dos: “Señor, hágase Tu voluntad, no la mía”, y “Señor, Tú eres el Hacedor, no yo”. La clave está en practicar. Al final de la meditación, concéntrate en Dios o el Gurú en el entrecejo y pregúntale: Señor, ¿qué quieres que haga?, y siéntelo en el corazón.

Algunos devotos quieren grandes milagros, pero Dios con frecuencia desea manifestarse en pequeñas cosas (Y sentimos pequeñas experiencias de Dios, que juntas suman un gran milagro y nos transforman). La paz de la meditación, las pequeñas burbujas de gozo, el sentimiento de ser amado por Dios.

Hace años, un monje estaba cantando en una meditación larga en la capilla de Mount Washington “Listen, listen, listen, to my heart song…”, y yo estaba muy envuelto en esa devoción del canto, y de repente el monje cambió al canto de Swami Ram Thirtha, un canto de poder de voluntad. Y yo quería que parase de tocar, me sentía frustrado, y empecé a criticar en mi interior y a orar a la Madre Divina: “Esto es muy duro para mi, por favor, ¿Puedes hacer QUE SE CALLE?” Inesperada y bruscamente, el monje paró. A la mañana siguiente el monje se acercó a mi y me comentó que algo extraño le había ocurrido ayer en la meditación. Yo le dije, “¡oh!, ¿de veras?” Me dijo que cuando estaba tocando la canción de Swami Ram Thirtha, quería continuar por largo tiempo, pero una tecla se atascó. Luego, cuando tocó otro canto, la tecla funcionó. Nunca le dije una apalabra a este monje, pero esa noche le di las gracias a la Madre Divina. Así que incluso cuando somos irrazonables, Dios nos entiende.

Dios se convierte en tu mejor amigo, el más cercano, amado, y comprensivo, cuando ni tú mismo te comprendes. Pero para realizar a Dios hay que meditar cada día y ser leales al Gurú. Así es como se forja la relación y se hace fuerte. Dejar la meditación para mañana es ilusión. La perseverancia es toda la magia.

Es como en una carrera de fondo. Hay momentos en que estás muy cansado y tienes dolores, pero sigues dando un paso detrás de otro, sigues buscando a Dios. Tienes que seguir intentándolo. No son unos pocos meses, no son unos pocos años, es toda una vida.

4º Por la noche devuélvelo todo a Dios.

Según el Bhagavad Gita, el último pensamiento con el que dejas el cuerpo es muy importante y determina la próxima vida. Y a mi esto me parecía injusto, porque a lo mejor una persona ha sido muy virtuosa toda su vida y en el último segundo le viene a la mente una película violenta que vio, por ejemplo, y se echa todo a perder. O alguien que ha hecho muchas fechorías y en el último momento se acuerda de Dios…Ahora bien, en 1948 Daya Mata tuvo una experiencia de muerte, y ella describe la revisión de tu vida al morir, como si estás en la habitación de una casa y de repente se levanta el tejado y puedes ver todo desde arriba al mismo tiempo, ves toda tu vida simultáneamente, no es como en una película. Y el Maestro comenta este verso del Guita diciendo que ese último pensamiento y sentimiento es el predominante en la vida de la persona, y anuncia el próximo destino de esa alma… Así que persevera, cada pequeño paso cuenta… El último pensamiento debería ser: “Nunca me rendiré, nunca dejaré de ayudar, nunca dejaré de meditar…”. No esperes hasta el final, encuentra a Dios en esta vida.

El Maestro dice que todos podemos encontrar a Dios en esta vida con el Kriya Yoga. Como en la canción “En el valle del dolor, un día o mil años Señor”, debemos tener una paciencia infinita. Siente que Dios está a la vuelta de la esquina, pero une ese sentimiento a la paciencia.

En la devoción hay un elemento personal, que es el amor, y el amor mueve nuestra voluntad. Kriya Yoga + Devoción. Devoción es el anhelo de nuestra alma por unirse a Dios.

Tu relación con Dios debe ser lo primero, sin condiciones, ni excusas, ni peros.

Ma nos decía: Haz todo aquello que haga que tu devoción arda hacia el cielo en una clara y brillante llama, por ejemplo, hablarle a Dios.

La relación con Dios se convierte en algo muy dulce y real, si perseveras. Yo nunca lo acepté cuando parecía que Dios me cerraba la puerta.

¿Por qué sólo el método científico no funciona? Si tienes un amigo que lo hace todo bien, pero sabes que hay una línea que si la cruzas, será el final de vuestra amistad, y si tienes otro amigo que no es perfecto, pero que siempre estará ahí no importa lo que suceda, ¿a qué amigo preferirías? Dios prefiere al segundo. Dios responde al afecto humano, puede ser muy personal. Él es como un niño pequeño. Si le dices que le amas, viene a ti corriendo, pero no vendrá si le ofreces todas las riquezas.

Debemos caminar paso a paso con perseverancia.

Venid a la Convocación con un corazón abierto y receptivo.

Lahiri Mahasaya decía: Banat, banat, ban jai…Persevera, persevera, y un día contemplarás la meta divina.

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