
10 Ene EXPERIENCIAS PERSONALES CON RAJARSI – POR LA HERMANA SHANTI
Dios envió a esos grandes devotos que estuvieron cerca del Maestro al principio, para ayudar, para llevar la carga de los primeros trabajos, y hasta el día de hoy. Y yo nunca olvidaré a Rajarsi… el efecto que tuvo sobre nosotros fue realmente profundo. Era tan hermoso a la vista. Esos ojos azules: como nunca has visto un azul así hasta que ves esos ojos. Y su tez estaba tan bañada por el sol, como los melocotones. Brillaba desde adentro. Era realmente algo glorioso. Y hay muchas historias sobre Rajarsi.
En Encinitas, solía salir, flotar sobre las olas, su cabeza fuera del mar, en la postura del loto, ¡en éxtasis! Él bendijo el océano.
Su receptividad al Maestro — su sintonía, su realización de Dios— era tan profunda que, a veces, parecía SER el Gurú. Realmente vi eso en él. Recuerdo una vez, en particular. Yo estaba en el camino principal en el Centro Madre… y él salió del Templo de las Hojas y cruzó el camino y comenzó a venir hacia mí, bajando el camino. No había nadie más cerca, y Rajarsi venía hacia mí. Y lo miré, y pensé: «¡Vaya, esa es la forma de caminar del Maestro!… ¡esas son las dimensiones de Maestro!»… Mis ojos estaban muy abiertos mirándolo. Y él vino directamente hasta mí y dijo: “Es el Maestro el que estaba allí”. (Gestos de la Hermana indicando cómo Rajarsi se lo había mostrado). “Eso era el Maestro!”. Y yo sabía que era verdad.
Su sintonía invitaba a ello… Me pareció, y creo que, a todos, que él era un verdadero ejemplo de un gran yogui del Himalaya. ¡Nunca vi que no estuviera en la Conciencia de la Bienaventuranza, nunca! Y era algo para contemplar, algo para contemplar. Recibí Kriya de él. Así que aquí había un hombre que produjo grandes cosas materiales, y tuvo un gran éxito material, y al mismo tiempo demostró la validez de estas enseñanzas y este camino.
Muchas veces, de repente, me llamaban para verlo. Nunca estuve preparada. NUNCA estuve en sintonía. Bueno, casi nunca. Yo, ya sabéis, siempre uno recuerda lo malo. Siempre piensas: «¡Oh, mi conciencia no estaba donde debería haber estado!» Sólo quieres darte una ducha antes de acercarte a alguien así. Lo mismo con Ma (Daya Mata). Tenías esa sensación al estar cerca de ellos.
Recuerdo una vez en particular. Nos estábamos preparando para la primera Convención, cuando estuve allí por primera vez en 1952 … y estaba en una escalera muy, muy alta, que llegaba hasta el segundo piso, y estaba pintando y repasando la pintura… Y sentí que Rajarsi estaba en los alrededores. Y me di vuelta en la escalera, simplemente me di vuelta en una escalera de peldaño recto, y efectivamente, él venía entrando en coche por la puerta… salió del auto y comenzó a venir hacia mí. Bueno, simplemente bajé esa escalera como si fuera una escalerita. No sé cómo lo hice, pero lo hice. Y me acerqué a él. Él venía hacia mí, así que tuve que presentarme. Y me di cuenta de que tenía aquella gran brocha de pintura marrón en la mano. Yo estaba yendo para recibir su bendición. Y junté mis manos, y dejé que la brocha se deslizara hacia abajo en la palma de mi mano. Luego me acerqué a él. Y bajé la cabeza, y después miré hacia atrás, pues vi que se estaba yendo, tratando de encontrar un lugar despejado para bendecirme. ¡Y esa fue la historia de mi vida! Fue parte del proceso que tenía que pasar.
O tenía lejía en las manos, ya que acababa de terminar de limpiar los baños, o estaba cavando, o tenía puestos los vaqueros para hacer algo, y allí me encontraba con Rajarsi. NUNCA tuve la apariencia de un santo. Nunca. Sabéis lo que quiero decir. Eso nunca sucedió.
Esta era una manera maravillosa de vivir. Os lo tengo que decir. El ambiente de nuestras vidas allí en esos primeros días estaba CARGADO con la presencia de estos grandes discípulos de Gurú. Y nos enseñó mucho, por el solo hecho de estar allí en su presencia, y esa presencia siguen estando aquí. Hoy sigue impregnando las mismísimas paredes.
Tomado de una charla de la Hermana Shanti en el Templo de San Diego, 1994.
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