EL SADHANA DEL YOGA QUE ATRAE EL AMOR Y EL GOZO DE DIOS – MRINALINI MATA

El Sadhana del Yoga que trae el Amor y el Gozo de Dios

Sri Mrinalini Mata

En 1977, Sri Mrinalini Mata viajó a la India para participar en las celebraciones organizadas por Yogoda Satsanga Society of India, con ocasión del histórico Jubileo del Diamante (60 aniversario de la fundación de Yogoda). Después de reunirse con miembros [de SRF] de toda la India durante su prolongada visita, en vísperas de su partida, pronunció un discurso de despedida en la sede de YSS en Dakshineswar. Ese discurso, publicado anteriormente en grabación de audio, se presenta aquí en forma de artículo para conmemorar el cierre de las celebraciones del centenario de YSS que tuvieron lugar en marzo de 2018.

Profundos son los sentimientos de Uma Mata[1]y míos por el hecho de que estas formas físicas deban abandonar la India por un tiempo. La amistad divina que hemos sentido en esta familia espiritual es uno de los mayores tesoros que Dios podría darnos en este mundo. Sentimos el profundo amor y devoción de sus corazones por nuestro amado Dios y por nuestro amado Gurudeva [Paramahansa Yogananda]. Y todo lo que tenemos que hacer es pensar en el amor por Dios que se suscitó en su corazón y se alimentó aquí, en este suelo sagrado -su amor por Dios y amor por su India- y entonces, automáticamente sentimos que incluida en su amor está la imagen de cada uno de ustedes. Eso nos cautiva muy fuertemente.

CÓMO EL AMOR Y LA OBRA DEL GURÚ VINIERON A ENVOLVER AL MUNDO

Cada uno de nosotros en esta tierra tiene sus deberes asignados por Dios. Los nuestros nos hicieron encarnar al otro lado del mundo en esta vida. Y es muy significativo que la sociedad de Guruji tenga sus dos maths[2], en Dakshineswar, en Calcuta[3] y en Mount Washington, Los Ángeles, situados exactamente en puntos opuestos del globo. Desde esos dos puntos, el amor del Gurú rodea el globo terráqueo y atrae a las almas hacia ese círculo interno del amor de Dios. Sus enseñanzas llegan a los corazones y a la gente de todos los países: desde la India hasta Los Ángeles; desde Europa hasta Sudamérica; en Alaska y los países escandinavos, no hay un rincón del mundo que el amor y las enseñanzas de Gurudeva no hayan alcanzado, donde las semillas no hayan sido sembradas.

Aquí y en Ranchi es donde comenzó esta obra. Aquí, en Calcuta, donde vivía Gurudeva, y al otro lado del río, en Serampore, donde huyó del mundo a los pies de su gurú, para que el pequeño devoto Mukunda se transformara en el Premavatar Yogananda. En estos sagrados entornos se plantó la primera semilla. Desde aquí Gurudeva fue a Ranchi, y allí creció su escuela y su ashram, y desde allí la Madre Divina le llamó a América, mediante una visión. Por eso, de alguna manera, se podría decir que somos culpables de que Gurudeva dejara su amada India, porque fueron nuestros rostros estadounidenses, los que estábamos llamando a Gurudeva en esa visión, al otro lado del mundo, para cumplir con el anhelo de tantos corazones, cuyas vidas estaban vacías, a pesar de estar llenas de mucha satisfacción material.

En esta vida, nacimos en cuerpos occidentales. Gurudeva dijo a aquellos de nosotros que estábamos junto a él: «Mi misión en esta vida, en esta encarnación, era difundir este yoga divino -el Kriya Yoga de Mahavatar Babaji que surgió antes de Krishna- por todo el mundo. Y entonces el Señor hizo que todos ustedes nacieran en cuerpos occidentales para ayudarme en mi trabajo aquí». Por eso, queridos míos, aunque somos muy indios en alma y espíritu y también en anhelo, pues ¡seriamos muy felices si Dios nos dejara aquí, en este suelo sagrado de la India! -, tenemos que cumplir con nuestra responsabilidad de ayudar a Gurudeva en su misión, de la manera que podamos, para difundir estas edificantes enseñanzas sobre el mensaje liberador del alma de Kriya Yoga, por todo el mundo.

SENTIR EL AMOR DE DIOS NOS DA LA FUERZA PARA CAMBIAR

Mucho se ha dicho durante nuestras diez semanas en India, en los programas del Jubileo del Diamante y en los satsangas aquí, en Calculta. Pero como Gurudeva nos decía: «Dios no debe ser algo sobre lo que hablar; Dios es para ser vivido; Dios es para ser sentido». Si tan solo habláramos de los sutiles aspectos del sadhana, o trataramos sobre los aspectos sutiles de Dios y de las Escrituras, sería agradable en cierto sentido, ¡porque podríamos estar debatiendo juntos en satsanga hasta la eternidad! Pero eso no te daría tanta satisfacción como si tomaras tan solo un pequeño pensamiento o algo de lo que hubiéramos dicho o un pequeño sentimiento de algo intercambiado en el satsanga, e hicieras de ello tu propia realización consciente.

Por encima de todo, si en esta ocasión nuestra visita ha despertado en vuestro corazón un amor más profundo a Dios y un conocimiento de que Dios te ama, eso sería lo más importante. El hombre queda atrapado en las sugestiones, los deseos y las tentaciones de este mundo. Es atraído por ellos, y luego se ve atrapado por los malos hábitos convirtiéndose en su peor enemigo al repetir los mismos errores y olvidarse de Dios. Sin embargo, así como incluso el niño más travieso o más desmemoriado nunca es olvidado o juzgado de una manera cruel o implacable por su madre, de igual forma, no importa cuánto nos alejemos de Dios o cuáles sean nuestras malas acciones, sepan que hay un Ser en este universo que nunca nos pierde de vista, que nos ama incondicionalmente, y que constantemente está tirando de las cuerdas de nuestro corazón y de nuestra alma. Si quisiéramos escuchar a esa Madre Divina, encontraríamos que Ella está constantemente susurrando en nuestra conciencia Su guía de amorosa sabiduría.

En este mundo, para tener un incentivo para cambiar, tenemos que conocer un amor que nos pueda dar fuerza e inspiración para cambiar. El hombre comienza por buscar ese amor en los seres humanos. Cuando dos personas se enamoran, podéis ver que automáticamente ponen de su parte los mejores esfuerzos y rasgos de personalidad – sus mejores empeños, acciones, pensamientos y formas de hablar – porque están muy deseosos de agradar al ser querido. Y cuanto más amados son por sus amantes, lo que los anima en ese amor, tanto más desean vivir de acuerdo con esa imagen y expectativas.

De la misma manera, si tan solo una vez obtienes una muestra o te das cuenta de cuánto te ama Dios, de cuánto te quiere, entonces sentirías ese estímulo, esa inspiración y esa fuerza para cambiar. Querrías vencer al pequeño yo, para por siempre -tal como Gurudeva me enseñó- poder orar y sentir así: «Mi único deseo es amar a Dios y agradar a Dios y al Gurú en todos los sentidos». Si ese deseo está ahí, entonces todas tus acciones comienzan a ajustarse a esa aspiración.

PRIMEROS PASOS DEL PROGRESO ESPIRITUAL: APRENDE A COMPORTARTE Y A CONTROLAR TU FUERZA VITAL

 Al seguir el sadhana de nuestro Gurú, antes que nada, debemos esforzarnos por poner nuestras vidas en armonía con el dharma[4]. Todas las escrituras enseñan lo que esto significa. Lo expresan de diferentes maneras, pero en definitiva lo que significa es, como dijo Sri Yukteswarji: «Aprende a comportarte», aprendiendo, como dijo Gurudeva, «a hacer lo que debemos hacer cuando debemos hacerlo». En las escrituras judeocristianas, esta forma de comportamiento se señala en los Diez Mandamientos.  En sus Yoga Sutras, Patanjali habla de ellos como yama-niyama, los primeros dos escalones en el Óctuple Sendero[5].

Y a medida que nos esforzamos por comportarnos –para pensar y actuar de la manera correcta- también tenemos que aprender a controlar el cuerpo. De ordinario este cuerpo nos gobierna diciendo: «Soy el que manda sobre ti. Todo lo que yo disponga, debes hacerlo. Si tengo hambre, debes alimentarme. Si tengo frío, tienes que ponerme un jersey. Si estoy cansado, debes darme sueño. Cualquier cosa que vea, oiga, huela, pruebe o toque que yo desee, me lo tienes que dar». Y nosotros, como niños caprichosos -ni tan siquiera como niños, sino como esclavos, más bien- seguimos los dictados del cuerpo.

Por lo tanto, cuando nos sentamos a meditar y decimos que es el momento para dedicarnos a Dios y el cuerpo está inquieto, Patanjali dice que el siguiente paso que debemos aprender es asana: la postura correcta para la meditación. Ello implica comenzar a controlar la fuerza vital del cuerpo, de modo que la inquietud, los deseos, las tentaciones y las sensaciones del cuerpo no nos alejen de Dios. En meditación, eso significa disciplinar el cuerpo, estar quieto cuando es el momento de dedicarlo a Dios; y, durante nuestras ajetreadas actividades diarias, mantener un control consciente sobre este cuerpo y sus cinco sentidos: usar los sentidos como Dios quiso que hiciéramos; no abusar de ellos, nunca ser inducidos a una acción incorrecta por parte de ellos.

Así que, el siguiente paso del que Patanjali habla es pranayama – aprender a controlar la fuerza vital (prana) que alimenta el cuerpo y sus instrumentos sensoriales. Si practicas las técnicas de pranayama que nuestro Gurú nos ha dado[6], consigues el control del prana, el control de la misma vida y conciencia que está atando el alma al cuerpo. En meditación, eso es absolutamente esencial. De lo contrario, solo estamos adorando al ego en el altar de esta forma física. Más bien debemos adorar a Dios, que habita en el templo interior del silencio, dentro de esta forma corporal y en esta mente. Esto solo puede hacerse controlando la fuerza vital a través del pranayama, y utilizándola para retirar la conciencia del cuerpo y de los sentidos y situarla sobre el altar de la interiorización, donde se puede encontrar a Dios.

De manera similar, cuando hayamos dominado el arte del pranayama en la meditación, veremos que, en nuestra vida y actividades cotidianas, siempre tendremos control sobre el flujo de la fuerza vital en el cuerpo. Cuando el cuerpo se sienta cansado, podremos recurrir a esa divina vitalidad para darle energía, entusiasmo y salud, y para trabajar de una manera gozosa y decidida a fin de cumplir con nuestros deberes para con Dios en este mundo. Además, podremos evitar que esa fuerza vital se concentre en el uso incorrecto de los sentidos, de modo que podamos seguir de hecho el yama-niyama, los Diez Mandamientos- y aprender realmente a comportarnos [bien].

NO TE DEJES ARRASTRAR POR LAS OLAS DE LA VIDA

Así que, yendo más allá a la siguiente etapa del sadhana, tiene que haber momentos en nuestra vida diaria, cuando meditemos muy profundamente, que seamos capaces de olvidar todo lo que nos une al mundo material, incluido nuestro cuerpo. Patanjali llamó a ese estado pratyahara: interiorización de la mente. Cuando en meditación hemos practicado pranayama, llegamos a ese estado de interiorización donde la mente ya no está atada a los pensamientos y sensaciones del cuerpo y de este mundo. La atención se libera para entrar en los estados más profundos de concentración, meditación y samadhi[7]. Incluso cuando estamos exteriormente activos en el mundo, si no mantenemos un cierto grado de interiorización mental y espiritual, descubrimos que este mundo parece golpearnos y lanzarnos de un lado a otro, con oleadas de cambios incesantes. Como decía Gurudeva: «Hay una ola de placer y luego la alternante ola de sufrimiento. Y en el medio de estas dos olas está el estado de aburrimiento, de insatisfacción». En este mundo, la conciencia del hombre ordinario se agita constantemente entre esas olas alternantes; rara vez él siente verdadera paz o estabilidad.

Pero cuando uno ha aprendido pratyahara en la meditación (a través de la paciente práctica de pranayama) puedes ver que, incluso cuando estás pasando por todas las experiencias cambiantes y las dualidades de la vida, hay un silencioso refugio dentro de ti, una parte silenciosa de tu conciencia, que no es alcanzada por ninguna de las experiencias por las que atraviesas en este mundo. Hay una profunda comunión interna con Dios en la que sabes que el Ser Divino habita en el templo de tu cuerpo, y en la que siempre te encuentras a los pies de Dios, en la mayor paz, amor y gozo. Aun cuando estés activo externamente, existe esa ancla en tu interior que te ayuda a atravesar las tormentas de la vida sin dejarte llevar por las dualidades de este mundo.  Eso es lo que el Señor Krishna enfatizó una y otra vez en el Bhagavad Guita, enseñando a Arjuna que uno debe aprender la ecuanimidad de la mente[8]. Puedes hacer eso cuando en meditación has aprendido primero la interiorización, y cuando te aferras a ese estado sin importar qué deberes estés desempeñando en la vida, de modo que en tu interior siempre existe ese silencio, esa paz, esa calma, y extraes tu fortaleza de tu sintonía interior con Dios.

Revista de SRF, primavera de 2018

[1] Uma Mata, discípula directa de Paramahansa Yogananda, que ha servido como miembro de la Junta Directiva de SRF/YSS, acompañó a Mrinalini Mata en su viaje.

 

[2] Tradicionalmente, centros monásticos de educación. Sri Mrinalini Mata se está refiriendo aquí a la sede central de YSS en Dakshineswar y a la sede internacional de SRF/YSS en el monte Washington, en los Ángeles

 

[3] El nombre británico de esta ciudad («Calcutta») fue cambiado por el de «Kolkata» en 2001.

[4] Los principios de la justicia eterna que sostienen a toda la creación. El deber inherente del hombre de vivir en armonía con estos principios

[5] Sistema de Raja Yoga trazado por el sabio Patanjali, que conduce al devoto desde la conciencia del cuerpo a completar su unión de Dios. Los primeros dos pasos del Óctuple Sendero son (1) yama (conducta moral) y (2) niyama (observancias religiosas). Yama se cumple a través de: no hacer daño a los demás (ahimsa), decir la verdad (satya), no robar (asteya), observar continencia (brahmacharya) y no codiciar (aparigraha). Los preceptos de niyama son: pureza del cuerpo y de la mente (saucha), contentamiento en toda circunstancia (santosha), autodisciplina (tapas) autoanálisis y contemplación (swadhyaya) y devoción a Dios y al gurú (Ishvara pranidhana).

 

[6] Tal como se enseña en las Lecciones de Self-Realization Fellowship para el estudio en casa.

[7] Comúnmente referido a lo que Patanjali denomina samyama (autodominio). Se dice que estos tres últimos pasos del Óctuple Sendero constituyen la verdadera meditación que se logra mediante la práctica asidua y el dominio de los pasos preliminares anteriores.

 

[8] Por ejemplo, en el Bhagavad Guita V:19, el Señor Krishna dice:

«Aquellos que poseen una ecuanimidad inalterable han superado, incluso en este mundo, las relatividades de la existencia (nacimiento y muerte, placer y dolor). De este modo, están entronizados en el Espíritu –en verdad, el inmaculado Espíritu, que se halla en perfecto equilibrio». 10 Cualquiera de las innumerables formas de deidad o encarnaciones divinas en las que el Espíritu Infinito se ha manifestado (por ejemplo, la Madre Divina o Cristo o Krisna).

 

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