
21 Abr EL GRAN SAMADHI DE 1948 DE PARAMAHANSAJI, Y LA FINALIZACIÓN DE SUS ESCRITOS – DAYA MATAJI Y MRINALINI MATA
El Gran Samadhi de 1948 de Paramahansaji, y la finalización de sus escritos – Daya Mataji y Mrinalini Mata
“La vibración en esa habitación era increíble; era como caminar dentro de Dios…”
En el Guita, el cenit de las revelaciones de Krishna a Arjuna viene en el Capítulo XI, la “visión de visiones”. El Señor revela Su forma cósmica: universos sobre universos, inconcebiblemente vastos, creados y sostenidos por la infinita omnipotencia del Espíritu que está simultáneamente consciente de cada pensamiento, sentimiento y acción de cada ser, en los planos material y celestial de la existencia.
Fuimos testigos de la omnipresencia de la conciencia de un gurú y, por lo tanto, de su esfera de influencia espiritual, cuando Paramahansa Yogananda fue bendecido con una visión universal similar. En junio de 1948, desde última hora de la noche hasta las diez de la mañana siguiente, algunos de nosotros, los discípulos, tuvimos el privilegio de vislumbrar algo de esta experiencia única a través de su descripción exultante de la revelación cósmica a medida que se desarrollaba.
Ese evento impresionante predijo que su tiempo en la tierra estaba llegando a su fin. Poco después de esto, Paramahansaji comenzó a permanecer cada vez más recluido en un pequeño ashram en el desierto de Mojave, dedicando la mayor parte del tiempo que le quedaba a completar sus escritos. Aquellos períodos de concentración en el mensaje literario que deseaba dejar al mundo fue un tiempo privilegiado para quienes pudimos estar en su presencia. Estaba completamente absorto, completamente unido a las verdades que percibía en su interior y expresaba en el exterior.
“Entró al patio por unos minutos”, recordó uno de los monjes que trabajaban en los terrenos alrededor del retiro de Paramahansaji. «Había una mirada de incalculable lejanía en sus ojos, y me dijo: ‘Los tres mundos están flotando en mí como burbujas’. El puro poder que irradiaba de él realmente me hizo retroceder varios pasos lejos de él».
Otro monje, al entrar en la habitación donde trabajaba Guruji, recuerda: “La vibración en esa habitación era increíble; era como caminar dentro de Dios”.
“Dicto interpretaciones de las escrituras y cartas todo el día”, escribió Paramahandaji a un estudiante durante este período, “con los ojos cerrados al mundo, pero abiertos siempre en el cielo”.
Daya Mata, del prefacio “Dios habla con Arjuna: El Bhagavad Gita”, Paramahansa Yogananda
Los Años Finales ~ Completando los Escritos y revisando de obras anteriores, por Mrinalini Mata
… Fue poco después de ese [gran samadhi del Maestro de 1948] que [Paramahansaji] dijo: “Ahora tengo que dedicar tiempo a mis escritos. La Madre Divina no me llevó… Todavía tengo trabajo por hacer”. Sabía que Dios lo estaba llamando a una mayor reclusión. Entonces, en su pequeño retiro en el desierto, donde podía alejarse de las actividades de Encinitas y Mt. Washington, después del 48 no hablaba con la regularidad con que siempre lo había hecho… y comenzó a pasar más tiempo en el desierto. Solía decir… “Ahora puedo hacer mucho más para llegar a otros con mi pluma”. Ya no tenía tiempo para dar entrevistas individuales.
Así que toda su conciencia se absorbió en terminar lo que sentía que la Madre Divina quería referente a que terminara sus escritos. Repasó las Lecciones, repasó muchos de los artículos y artículos publicados anteriormente. Trabajó con Tara Ma, lo sé, en los Susurros. Y nos dictaba a todos, todos nos turnábamos para escribir y él dictaba sobre sus manuscritos.
Y él estaba total, totalmente absorto, y las horas pasaban. Y teníamos que recordarle: “Maestro, has estado sentado tantas horas. ¿No debería tomar algo de comida, no debería descansar algo? Y normalmente decía: “No, mi conciencia está en esto. Tengo que terminar. Tengo que terminar».
Mrinalini Mata, Cuarta Presidenta de SRF/YSS
Relación más detallada:
Fue en 1948 cuando Gurudeva tuvo ese gran samadhi. Después de esa experiencia que comenzó por la noche, él nos llamó a algunos de nosotros mentalmente. Yo estaba en la oficina en ese momento y repentinamente tuve la sensación de que tenía que ir a la habitación del Maestro. Dejé inmediatamente lo que estaba haciendo y fui a la habitación de Guruji. La puerta estaba abierta y él dijo, indicó con un gesto, que pasara y pude ver inmediatamente que estaba muy interiorizado. Su rostro, sus ojos, su expresión. Nosotros lo habíamos visto en ocasiones cuando él entraba en samadhi. Y uno por uno, diferentes discípulos fueron llamados mentalmente. La mayoría de nosotros lo fuimos. Daya Mata estaba ciertamente allí, Ananda Mata, los Lewises, estaban allí. Él se dirigió al sillón de la habitación donde está ahora su sala de estar, que en aquel momento era su dormitorio. Nos llamó a todos para que fuéramos allí. Nos sentamos en el suelo. Y entonces nos dijo: “No sé lo que me está pasando. La Madre Divina me está llamando, diciéndome que vaya al interior. No sé si Ella me va a llevar de este cuerpo”. Así que se sentó en su sillón y luego se adentró en ese estado de samadhi. Y eso duró toda la noche. Habló con la Madre Divina, sólo hubo un flujo de conversación durante toda la noche. Pero después nos dijo, y nosotros lo vimos durante ese samadhi, que la Madre Divina hizo algo único para aquellos de nosotros que estábamos presentes. Ella usó su voz (la del Maestro) para responder. Así que estábamos escuchando esa conversación bidireccional. Cuando el Maestro hablaba era su voz, cuando la Madre Divina hablaba era en un tono de voz diferente. Así que esto pasó durante toda la noche hasta aproximadamente las nueve o diez de la mañana siguiente en que comenzó a salir de ese estado. Recuerdo haber pensado: “creo que tal vez yo esté sintiendo lo que Arjuna sintió después de la visión de visiones y ver el Dios colosal, el Infinito, que se había expresado en y a través de esa forma”. Y como dijo Arjuna, arrojándose a los pies de Krishna: “Perdóname por haber pensado en Ti como un camarada y amigo”. Y luego Krishna le tranquilizó, y le mostró esa personalidad, esa amada forma divina y accesible. Así era como yo me sentía. Me preguntaba, ¿es que mi Gurú va a estar siempre ahora en ese estado? ¿Estaría yo (si así fuera) en un continuo deslumbramiento cada vez que me acercara a él? Y, como si leyera probablemente los pensamientos de muchos de nosotros que estábamos allí, miró alrededor a cada uno de nosotros y dijo: “Siempre estaré en este estado ahora, pero nadie lo sabrá”. En otras palabras, volvió a ponerse el manto, cubriendo esa Conciencia Infinita, y se convirtió de nuevo en nuestro amado Gurú, nuestro Padre Divino, Madre, Amigo. Pero fue poco después de eso que dijo: “Ahora tengo que dedicarles tiempo a mis escritos. La Madre Divina no me ha llevado”, en otras palabras, “todavía me queda trabajo por hacer”. Sabía que Dios lo estaba llamando a un mayor aislamiento. Así que, se retiró a su pequeño retiro del desierto, en donde podía distanciarse de sus actividades en Encinitas y Mount Washington. Después del 48, no volvió a hablar regularmente como siempre lo había hecho, alternando entre los templos de San Diego y Hollywood, un domingo en uno y el otro domingo en el otro templo. Habló sólo unas pocas veces o de forma más esporádica. Y comenzó a pasar más tiempo en el desierto. Solía decir, porque la gente le seguía escribiendo y echaban de menos verlo, pero él decía: “Ahora puedo hacer mucho más para llegar a los demás con mi pluma”. Él ya no tenía tiempo para dar entrevistas individuales, así que toda, toda su conciencia, se volvió absorta en terminar lo que la Madre Divina quería que terminara en relación con sus escritos. Revisó las Lecciones, muchos de los artículos publicados anteriormente. Trabajó con Tara Ma, lo sé, en los Susurros, y nos dictaba a todos. Todos nos turnábamos para escribir lo que nos dictaba sobre sus manuscritos. Y él estaba totalmente absorto, totalmente sumergido en ello. Las horas pasaban y teníamos que recordarle: “Maestro, lleva sentado tantas horas, ¿no debería comer algo, descansar un poco? Y normalmente decía: “No, mi conciencia está en esto. Tengo que terminar, tengo que terminar”.
Extracto del DVD “In his Presence” por Mrinalini Mata
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