EL AMOR DE YOGANANDA MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

LA ENFERMEDAD DE ROSA

Rosa una profesora católica e hispana de veintinueve años que acababa de terminar su maestría en educación, había comenzado a enseñar en el centro de Los Ángeles, y atendía a su pequeña hija de cinco meses, María, que siempre sonreía y reía.

Su familia y yo éramos intimas, así que cuando una noche, ya tarde, recibí una llamada telefónica que decía que Rosa acababa de tener un repentino ataque al corazón, me quedé anonadada. La habían llevado al hospital y, en la mesa de operaciones, su corazón se había detenido cuatro veces. Aunque los médicos la habían reanimado, permaneció en coma, con sistemas de soporte vital y diálisis renal, mientras esperaba una cirugía a corazón abierto y un trasplante de hígado. Cien familiares y amigos estaban apiñados en la sala de emergencias de L.A. Sus padres dormían todas las noches junto a su cama, negándose a irse. Mientras ella se encontraba entre la vida y la muerte, su mano derecha se gangrenó y su recuento de glóbulos blancos se disparó a 48,000, lo que indicaba una infección grave y potencialmente mortal.

Había estado inconsciente durante una semana cuando entré en su habitación de la UCI y me quedé junto a su cama. Su hermana, Ella, me había rogado que «solo fuera y orara», así que hice el viaje de dos horas y media para estar al lado de Rosa. Aunque yo había sido enfermera durante treinta años, nunca había visto un cuerpo humano tan enfermo, tantas máquinas, al menos diez antibióticos intravenosos, un respirador mecánico. Estaba abrumada por lo que ella y su familia estaban experimentando.

PRIMERA INTERVENCIÓN DE YOGANANDA Y LOS MAESTROS

Ignorando las apariencias, tomé suavemente el brazo de Rosa y le pedí a Yogananda (mi maestro espiritual) y a todos los Maestros que vinieran a ayudarla. Le recordé a su hermana las palabras de Cristo: «Cuando dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo». Entonces oramos juntas por Rosa. Mi corazón se entregó y se quedó fijo en Dios. Afirmé su curación completa cuando ofrecí su situación a la gracia de Dios. Después de unos diez minutos, intuitivamente vi la imagen de Rosa en el Centro Crístico (el punto entre las cejas). Ella estaba riendo y sonriendo. Aunque minutos antes se sentía como si su cuerpo, mente y espíritu estuvieran dispersos energéticamente, de repente volvieron a quedarse  fijos en su lugar. Abrí los ojos para ver que estaba mirándome fijamente. Estaba consciente y respondía a su familia, un milagro en sí mismo, ya que los médicos habían pensado que ella tendría daño cerebral. Día a día mejoraba lentamente, pero su estado seguía siendo crítico.

SEGUNDA INTERVENCIÓN DE YOGANANDA

Una semana más tarde, su mamá me llamó desesperada y me pidió que volviera esa noche para orar. Estaba cansada y quería ir al día siguiente, pero mi corazón me dio un mensaje claro para que fuera «ahora mismo». Entré en la UCI a las 10:00 pm para ver a Rosa nuevamente inconsciente.

Esta vez, sin embargo, su amarillenta mirada estaba fija en el Centro Crístico. Podía sentir que su muerte era inminente. Sus padres y su familia estaban aterrorizados. Levantando suavemente su brazo, oré nuevamente en silencio a los Maestros, diciendo sus nombres, invocándoles, una y otra vez. Oré en voz alta, creyendo y llamando a la presencia de Yogananda. En mis pensamientos le dije a Rosa: «Aquí es donde está tu cuerpo. Enfócate AQUÍ», y puse mi dedo en su Centro Crístico,en su frente. Una profunda paz llenó la habitación, y cuando abrí los ojos, Rosa de nuevo me estaba mirando directamente. Estaba completamente consciente y lo suficientemente despierta como para responder a su esposo y a su familia.

Al día siguiente, Rosa le dijo a su padre que cuando yo estaba orando junto a su cama, ya había cruzado al otro lado. Ella le dijo que fui al otro lado (aunque yo no estaba al tanto de eso) con «un hombre indio» para «traerla de vuelta». Describió a Yogananda en detalle, a pesar de que no tenía idea de quién era él. Cuando le mostré su foto en la portada de Autobiografía de un yogui, ella siguió asintiendo con la cabeza: «Ese es él. Vino para traerme de vuelta».

Ella dijo: «Cuando le pregunté quién era, él dijo:« Soy amigo de Judy». Y luego Rosa continuó: «Judy me dijo: «Enfócate AQUÍ», mostrándome dónde estaba mi cuerpo». Aunque mis palabras «enfócate aquí» eran solo pensamientos, Rosa los recibió, a pesar de que ya había cruzado al otro lado.

Yogananda y los santos prometen velar por nosotros y por los que amamos. Rosa no tenía idea de quién era él, pero por mi simple petición amorosa, él la sanó y la trajo de vuelta de dos comas. Desde que sucedió esta historia, Rosa ha regresado a casa y se ha recuperado de manera sorprendente. Ahora vive con su esposo, su niña pequeña y su familia en Los Ángeles.

Esta historia verdadera es un testimonio del poder viviente del amor de Dios.

ACTUALIZACIÓN DE JUDY: 20/04/2012

Acabo de visitar a Rosa y a toda su familia en L. A. la semana pasada. Ella está bien, y María, su pequeña niña, ahora tiene unos tres años. Rosa y Ella (la hermana de Rosa) querían hacer pública esta historia para inspirar a otros.

De las notas de una devota

Tags:
,
No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.

Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. política de coookies

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar