
03 Dic DAYA MATAJI MAHASAMADHI – ANIVERSARIO, 30 NOVIEMBRE (2010)
Daya Mataji Mahasamadhi – Aniversario, 30 de noviembre (2010)
Historias sobre Daya Mataji referidas por devotos
Esta es una historia que el Hermano Chidananda contó. Dijo que, durante un período difícil en la vida monástica de Ma, Guruji la invitó a meditar con él. Durante una de esas meditaciones, Guruji vio las fuerzas oscuras en el hombro izquierdo de Ma tratando de obstruir su progreso en el sendero. Pero la Divina Madre intervino para retirar las fuerzas oscuras y luego colocó Su propio halo sobre la cabeza de Daya Ma.
El Hermano también recordó que en otra ocasión cuando Ma visitó a Anandamoyi Ma, ella permitió que las guirnaldas que le ofrecían sus devotos permanecieron alrededor de su cuello sólo por un momento y luego se las puso a Daya Ma.
Sentí que el Hermano estaba tratando de resaltar la simbología de que Anandamoyi Ma, considerada como una encarnación de la Madre Divina, personalmente adornara a Daya Ma con sus propias guirnaldas.
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Cuando le pregunté a Daya Ma, hace años, si estaba bien susurrar su nombre durante el día (yo era joven en el camino y tenía un abrumador sentimiento de amor por ella) dijo: «Si la gente se inspira en pensar en Daya Ma, y les ayuda a hacer más esfuerzos espirituales, entonces está bien. Pero yo no soy el Gurú». Por supuesto, hablé internamente con ella a veces de esta forma (susurrando su nombre) de todos modos por el amor que mencioné. Paramahansa Yogananda es nuestro Gurú; pero ella es nuestra Madre.
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Swami Chidanandaji contó una hermosa historia que, para él, hablaba de la Divinidad de nuestra Ma. Durante la convención de un año, un hombre estaba jugando con su hijo y otros niños pequeños fuera del salón California. En ese momento, Ma abrió una puerta lateral y fue acompañada al estrado.
La fuerza de su presencia captó la atención de los niños mientras ella caminaba. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo, se quedaron inmóviles e hicieron un pronam al unísono. Niños pequeños…
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Sri Dayama hace pradakshina (costumbre hindú de dar vueltas alrededor de un “objeto sagrado”) ¡después de la muerte!
El Hermano Sevanandaji contó una maravillosa historia sobre Sri Daya Mataji después de su fallecimiento. Él era parte del grupo que iba a coordinar el servicio conmemorativo en honor de Ma. ¡Había mucho que pensar y hacer!
Cuando el coche que contenía el cuerpo de Ma estaba saliendo del Centro Madre, sucedió que él era el que se sentaba al frente, en el asiento delantero del coche. Todos los residentes del Centro Madre arrojaron flores sobre el coche cuando partía hacia el cementerio Forest Lawn Memorial. El conductor, que no era un devoto, iba comentando lo hermoso que era todo; cómo el fundador debía haber sido un alma increíble para atraer a tantos otros devotos tan increíbles.
Cuando llegaron a Forest Lawn, el conductor detuvo el automóvil y preguntó a Sevanandaji si pasarían primero por delante del cuerpo sagrado de Guruji en su camino al lugar de descanso de Ma. Sevanandaji pensó que era una gran idea y se preguntó ¡por qué no había pensado en eso! Comentó cómo Ma debía haber estado dejando caer pensamientos en la conciencia del conductor y cómo, incluso después de dejar el cuerpo, ella seguía dirigiendo todo. ¡El auto incluso tenía pétalos de flores todavía por todo el parachoques trasero del coche! Entonces Ma hizo que su cuerpo ¡hiciera pradakshina alrededor del cuerpo de Gurudeva! Incluso en la «muerte» Ma todavía estaba mostrando a los devotos de Guruji cómo comportarse. ¡JAI GURU! ¡JAI MA!
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Swami Shyamanandaji sobre DAYA MATA:
“De repente, su forma comenzó a desaparecer en la luz”
… [Swami Syamananda Giri – quien se convirtió en el jefe de YSS hasta 1971] también acompañó al grupo de Sri Daya Mata al ashram Yogoda Satsanga de Swami Yukteswar en Puri. Si alguna duda quedaba en la mente de Shyamananda (de si debía seguir este sendero), en este viaje iba a ser disipada para siempre.
El templo de Jagannath en Puri es considerado uno de los más sagrados de la India. Tenía un lugar especial de reverencia en el corazón de Shyamananda. Había hecho peregrinaciones allí muchas veces, y sus meditaciones en sus sagrados entornos siempre habían sido profundamente bendecidas.
Por una concesión especial otorgada por Su Santidad Sri Shankaracharya Bharati Krishna Tirtha, Sri Daya Mata fue la primera estadounidense a la que se le permitió
entrar en el templo de Jagannath (sólo podían entrar hindúes). Shyamananda estaba con el grupo de Ma aquel día.
[Desde su fundación, siglos atrás, el templo había estado cerrado a los no hindúes y occidentales. Esa restricción se había levantado coincidiendo con la visita de Sri Daya Mata a Puri. Poco tiempo después, la restricción volvió a convertirse en la regla.]
Mientras Ma meditaba ante el altar – en el cual están las imágenes de Krishna en el aspecto de Jagannath, Señor del universo; su hermana Subadhra, y su hermano Balarama – ella entró en un profundo estado de éxtasis, volviéndose totalmente ajena a todo lo que la rodeaba.
Shyamananda relató su propia experiencia en ese momento:
«Me quedé de pie a cierta distancia, a un lado, contra la pared, mirando a Ma en meditación. De repente su forma comenzó a desaparecer en la luz. Miré la imagen de Jagannath en el altar, luego de regreso a Ma, y nuevamente al altar; varias veces hice esto, sacudiendo mi cabeza para estar seguro de que no me lo estaba imaginando. ¡Supe que eran Uno! Esta experiencia continuó durante mucho tiempo, luego gradualmente la forma de Ma comenzó a reaparecer. Después de un rato se levantó y salió del templo. Mientras lo hacía, me di cuenta de que dejó caer su pañuelo ocre. Me preguntaba por qué los que estaban con ella no lo recogían. Me sentía extremadamente reacio a tocarlo. En ese lugar sagrado después de presenciar lo que acababa de presenciar, ese pañuelo era un símbolo. Para mí recogerlo significaba entregarme ante el Señor, como si recogiera una bandera. Nunca me había comprometido así con nadie ni con ninguna organización. Sin embargo, no podía dejarlo ahí tirado. Miré frenéticamente al altar y oré: «Señor, ¿qué estás haciendo? ¿Qué me estás pidiendo?» Finalmente dije: ‘Lo que ha de ser, que sea, oh Señor’. Y recogí el pañuelo y se lo llevé afuera a Ma».
Sri Daya Mata había sido sólo vagamente consciente de que se le había caído el pañuelo y sentía la renuencia de Shyamananda a recógelo. Ella también entendió que era un símbolo. Cuando se lo entregó, fue una confirmación de lo que ella ya sabía: Dios había elegido a Shyamananda para ayudar a reconstruir el trabajo de su Gurú en la India.
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