ANANDAMOY, PARAMAHANSA YOGANANDA Y LA BIENAVENTURANZA

LA PRIMERA VEZ QUE VI A PARAMAHANSA YOGANANDA

Les voy a contar una pequeña historia. La primera vez que vi a Paramahansa Yogananda, él había llevado a cabo un Servicio Dominical en un templo pequeñito. Y después del servicio, la mayoría de la gente se acercaba a saludarlo, y cuando yo me coloqué delante de él, no dijo una palabra, ni yo tampoco, tan sólo me tomo de la  mano y, en el momento en que lo hizo, me sentí embriagado, completamente borracho… Aquella era la verdadera sustancia, era el Vino del Místico, ¿saben? Yo creía que había experimentado gozo anteriormente, pero entonces supe. Él hablaba acerca de la conciencia de la Bienaventuranza y… yo supe… él me dio… un poquito más de lo que yo podía tomar… Fue increíble. Bienaventuranza… por primera vez… con un pequeño toque… pura bienaventuranza… y me fui. Estaba completamente borracho. No podía caminar derecho; era como… era… algo así ¿saben? (Anandamoy gesticula con sus manos haciendo eses). Y no sólo eso, yo estaba completamente solo y no me podía contener. Reía en alto… estaba completamente borracho… y la gente en la calle… me miraba… muy molesta… movían sus cabezas y se apartaban de mi camino. A mí no me importaba. Me llevó varias horas asimilar aquello… así que aquella fue la primera experiencia.

MI SEGUNDA EXPERIENCIA CON ÉL

La segunda experiencia vino cuando tuve una entrevista con él y me hacía preguntas acerca de mis estudios, acerca de mi vida… de todas esas cosas. Y me di cuenta, por la forma en que hacía las preguntas… supe, que él no necesitaba ninguna información… Me conocía mejor que yo mismo… y les puedo decir que esa es una experiencia extraordinaria, el que alguien te conozca completamente… Ningún ser humano corriente puede hacer eso… y saben, que alguien conozca todo sobre ti, todos tus errores, y cada cosa… Pero había más, había comprensión; no había juicio, había comprensión… y un amor incondicional… y esa es la combinación. Ustedes no pueden encontrar esto en el mundo.

Saben, a veces leen en las Escrituras que Dios es un Dios iracundo y que Dios está juzgando… y todas esas cosas… Eso no es verdad. Eso es un lenguaje muy cruel para referirse a la ley del Karma: causa y efecto; según siembres, así recogerás. Dios no nos juzga; nos juzgamos nosotros. Él creó la Ley, tuvo que crearla para que todo estuviera equilibrado. En la Biblia, cuando se habla acerca del Juicio Final, ¡oh, sí!, existe, pero no es un juicio final. Sucede que al final de la vida, cada persona hace una revisión de la vida; de todo. Luego viene la idea ¿estás satisfecho? con los errores que cometiste y cosas semejantes… piensen acerca de ello. Y ese es el juicio que determina si tenemos que volver a la escuela, a tener una nueva oportunidad para tratar de hacerlo bien, para aprender nuestras lecciones que todavía no hemos aprendido. Ese es el «juicio final», pero no es la Condenación Eterna. Tenemos que volver, sí, al infierno ¿saben?… estamos aquí, ahora, lo crean o no, volvemos…

Tomado de la charla que dio el Hermano Anandamoy en Washington D. C. en 1996, publicada en un vídeo de Self-Realization Fellowship

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